El Amaranto como antidepresivo

Descubren que el amaranto contiene serotonina, un antidepresivo natural que enciende el gusto por la vida.

Hace más de una década, Manuel Soriano García, investigador del Instituto de Química de la UNAM, obtuvo en su laboratorio una “leche”, mejor llamada bebida nutricional, a base de amaranto, mejor que la de vaca en todos sus aspectos nutricionales.

Ésta fue una de las primeras aplicaciones del conocimiento generado por la obtención de la estructura tridimensional de la proteína del amaranto que realizó con otros científicos, mediante técnicas de cristalografía de rayos X. Buscó comercializarlo con empresas privadas e incluso planteó a Universidad que hiciera lo propio.

No hubo respuestas favorables de ninguna de las dos, por lo que el científico decidió de emprender su propia empresa (Gastronomía Molecular), ahora no sólo ha desarrollado diversos productos de “leche” de amaranto, sino una amplia gama de productos nutricionales, complementos, cosméticos y un antidepresivo natural, como resultado de sus investigaciones en la semilla del amaranto, que contiene la mayor cantidad de proteína que se conoce en vegetales.

Ocho años después, la UNAM ofrece al científico incursionar comercialmente con él, dice, pero su propio emprendimiento ya tiene un gran avance y está por entrar a una nueva etapa de mercadotecnia y la vinculación con compañías aceleradoras.

FÓRMULA DE LA “ALEGRÍA”. El científico, Premio Nacional de Química y Premio Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos, y recientemente ganador del Premio Heberto Castillo, obtuvo una “leche” que describió similar a la de vaca, pero sin colesterol ni lactosa, además de contener una cantidad mayor de proteína, hierro y el doble de calcio de que la de origen animal.

Después obtuvo otra leche en polvo, una más de fácil digestión; barras de amaranto sin azúcar para personas diabéticas y otra con fibra de amaranto.

Pero entre estos productos destaca uno que impulsa de manera importante por las implicaciones que tendría en el ánimo de las personas, literalmente, en un antidepresivo protéico natural, basado en uno de los aminoácidos sintetizados del amaranto.

En entrevista, el miembro de la Academia Mexicana de Ciencias señala que además de tener 50 por ciento de aminoácidos, el amaranto tiene un alto contenido de uno llamado triptófano, que cuando llega al cerebro se convierte en serotonina: un neurotransmisor que da sensación de felicidad.

El científico aisló una proteína de la semilla de amaranto para producir su propio antidepresivo natural para desarrollar el producto llamado Antepro, probado en el Instituto Nacional de Neurología y el Instituto Nacional de Psiquiatría para validarlo y que no tiene efectos colaterales.

De acuerdo con el científico, la serotonina es el combustible en el cerebro que enciende el gusto por la vida, transmite pensamientos y sentimientos positivos y ayuda a elevar nuestro ánimo de manera casi inmediata.

“En Japón me han dicho ‘aquí el 50% de las personas sufren de depresión, lo que has hecho es genial, no sabes la capacidad que tiene esto, llegarás a algo muy grande porque harás al mundo alegre’”.

Por otra parte, el amaranto tiene también lisina, entre sus aminoácidos — sus niveles son superiores a los de todos los cereales— que ayuda al desarrollo mental en niños y estimula la liberación de la hormona del crecimiento, además de mejorar la concentración.

De esta forma, Soriano García desarrolló un producto que contiene proteínas que “permiten la concentración, útiles en niños con hiperactividad o déficit de atención”.

También ha empleado los aceites del amaranto para producir una crema humectante y un producto para reducir colesterol. “Tenemos cerca de 20 productos esperando y una decena en el mercado”.

MEXICANO INNOVADOR. De acuerdo con el científico, ninguno de sus productos son “milagro”, sino de amaranto y todos los resultados de sus investigaciones básicas previas están publicados y avalados científicamente.

En días pasados, el especialista recibió el Premio Ciudad Capital: Heberto Castillo Martínez, otorgado por el gobierno capitalino a través del Instituto de Ciencia y Tecnología del DF, en la categoría de Innovación.

Anteriormente, Soriano se postuló en la categoría de Salud, sin embargo, los organizadores le aconsejaron cambiarla. “Me dijeron que se debía a que mi trabajo era innovador, uno que competiría no sólo con empresas, sino también con centros de investigación, innovación y universidades”.

Si bien emprendió Gastronomía Molecular para aplicar el resultado de sus investigaciones con fines económicos, el principal objetivo, apunta, fue para poner al alcance de la población productos de alto valor a precios accesibles.

Esto bajo el rescate de los recursos alimenticios que el país ha soslayado y que siglos antes era el fundamente de la dieta en tiempos prehispánicos: maíz, frijol, amaranto y chía.

“Hoy consumimos poco maíz de buena calidad, frijoles enlatados, amaranto de vez en cuando, en dulces, y la chía casi nada. Hemos abandonado lo mejor de la alimentación prehispánica por algo, que no digo que sea malo, como el trigo, arroz, sorgo…, pero mi idea es recuperar nuestros recursos naturales”.

Sobre el éxito e innovación de sus productos, el investigador de la UNAM refiere que personas cercanas a él le preguntan con cierto azoro: “Manuel, qué vas a hacer si ganas dinero…”. A lo que responde que piensa hacer un laboratorio de investigación donde jóvenes mexicanos puedan explotar los recursos naturales mexicanos y no sólo vender materias primas, sino productos terminados con un alto valor agregado, de los cuales se beneficien los propios mexicanos.

“Ése es el objetivo al final de todo esto, de mi carrera como investigador. De ayudar a la gente y hacer algo útil para el país”.

Vía La Cronica de Hoy.